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martes, 3 de marzo de 2009

■ Las Pyme son personas

¿Cuántas veces hemos escuchado, en especial desde el ámbito político y empresarial, que las pequeñas y medianas empresas, representan la generación de empleo en un indicador cercano al 80%? Ni hablar de las referencias hechas a que este sector podría ver afectado su crecimiento y expansión por las consecuencias de la crisis financiera norteamericana y europea hoy existente.

Se habla de la pequeña y mediana empresa como un ente inmaterial, únicamente como un motor de crecimiento. Y desde una perspectiva netamente técnica se clasifican, por mencionar una referencia, tal vez la más utilizada, por item de ventas alcanzadas en un año. ¿Pero alguna vez hacemos la reflexión humana de la pequeña y mediana empresa?

Una pequeña y mediana empresa, dada su concepción global, debería ser privilegiada ampliamente por políticas públicas e iniciativas privadas de las grandes compañías, respecto a cómo fortalecerlas y de ese modo hacerlas sustentables en el tiempo con un espacio de desarrollo que se convierta en una plataforma de proyección personal, en especial de quienes entregan sus prestaciones técnicas, profesionales y administrativas.

Normalmente, el desarrollo personal es una actividad poco frecuente en este segmento de organizaciones. Porque márgenes pequeños y liquidez estrecha, hace que sus dueños, muchos de ellos verdaderos emprendedores, tengan que luchar en forma permanente contra esos fantasmas que impiden visualizar a las personas que hacen el negocio y al real valor que éstas tienen para el progreso de la empresa.

Está claro que la productividad es un aspecto importantísimo para la sobrevivencia y desarrollo del sector Pyme en Chile. Pero, ¿qué hace que éstas sean más o menos productivas? Sencillo: un capital humano capacitado y motivado.

Capacitar una persona implica, hoy en Chile, sortear con éxito dificultades principalmente económicas. Porque un flujo de caja, a ratos débil, sumado al pago en efectivo de charlas y talleres que entregan institutos y universidades, más el tiempo que se deja de producir por capacitarse, hace de la práctica algo poco habitual. Entonces, lo más urgente son acciones que se traduzcan en programas reales, con créditos de la banca privada que permitan desarrollar al personal y que estos programas, a su vez, puedan aprovechar las políticas públicas vigentes respecto de la franquicia tributaria a la que hoy pueden acceder.

Este nudo se resuelve con decisión, cayendo en la cuenta que la pequeña y mediana empresa es en sí capital humano, con competencias, roles y desempeño, los mismos que hacen que la rueda de la economía no pare, dado que no debemos olvidar la gastada frase de que “el 80% del empleo en Chile lo generan las Pyme”.


Miguel Angel Alfaro, Gerente General de SCM Consultores