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lunes, 9 de marzo de 2009

■ APROVECHAR LAS OPORTUNIDADES

Cada día al despertar, por definición, somos emprendedores y emprendedoras, porque nos espera una nueva jornada llena de desafíos y debemos reinventarnos para que resulte exitosa. Sin embargo, existen personas que suman a lo anterior, la determinación que les hace ir más allá de la seguridad que ofrece un trabajo dependiente.

Son esas personas a quienes les brillan sus ojos de emoción cuando concretan su negocio, empresa, taller, dan empleo y logran sus primeras ventas; esas personas que, día a día, atendemos en Sercotec y acogemos como empresarios o emprendedores. Ellas y ellos son los causantes de que cada día creamos en el desarrollo de nuestro país, teniendo claro que es posible crecer y desarrollar, al mismo tiempo, nuestras comunidades.

En todo nuestro país, en especial en la Región de Antofagasta, muchos empresarios y empresarias –independiente del tamaño de su empresa- a diario deben sortear desafíos, desde los más básicos como pagar permisos, estar al día con los impuestos, hasta pagar de manera adecuada a sus trabajadores entre otras materias.

Pero ¿qué sucede cuando los desafíos superan la capacidad técnica-profesional del empresario/a, cuando superan su capacidad financiera, tecnológica o de innovación? Si es un empresario/a con verdadera capacidad emprendedora (es decir con cualidades naturales que forman parte de su espíritu), este busca vías de solución, recurre a amigos, a clientes, al Estado, a Dios. Ahora bien, si su ímpetu no pasa más allá de la buena voluntad y el probar hasta dónde “dan las fuerzas”; lo más probable es que pronto desista, deserte, se vuelva un trabajador dependiente o continué estudios, se de un año sabático, se vaya del país o la región, en definitiva cambie su opción de empresario.

Ni la primera opción descrita, como tampoco la segunda, es mejor o peor para enfrentar un problema, ya que bien podría llevar a este emprendedor a la ansiada solución; son formas de reaccionar frente a desafíos y crisis. La diferencia entre estos dos caminos es aquella cualidad a la que me refiero, esa que les hace enfrentar los cambios como una oportunidad y no como una sentencia de muerte. Ese empresario o emprendedor es el que hace el cambio entre ser un país deprimido o un país luchador, el que permite que generaciones que nunca antes habían llegado a estudiar y perfeccionarse en una universidad, sus hijos lo logren,- y en muchos casos este sea el gran logro de la vida de aquel empresario/a -; quien nos demanda que seamos más cercanos en la atención, simples en la ejecución, pero con una alta calidad en los productos y servicios que entregamos.

Aquel empresario/a, aquel emprendedor/a; es fundamental para saber aprovechar las oportunidades que hay en tiempos de crisis, en un cambio de condiciones económicas; porque su alta capacidad de cambio, creación y adaptación le permite explorar en mercados nuevos, innovar de forma oportuna, percibir condiciones de la demanda; en definitiva, superar el nivel de desarrollo alcanzado y avanzar hacia un nuevo escenario.

Es en ese salto cualitativo y cuantitativo de crecimiento y desarrollo empresarial que la labor subsidiaria del Estado debe propender a fomentar la competitividad de las empresas, generando las herramientas adecuadas a partir de la particularidad territorial, los sectores económicos y las empresas que lo componen, evitando con ello perder parte fundamental del capital inventivo del país.

Marlene Sánchez, Directora Regional Sercotec Antofagasta