Este año a sido para nuestra familia particularmente difícil, en el jardín de la vida este pasado 28 de marzo se marchito la flor de la solidaridad, Pamela, bella flor que dejo semillas desde Arica a Europa y hoy se marchito la flor de la bondad, mi querida mamita ejemplo de sencillez y bondad, este domingo 9 de septiembre a las 19:00 horas partía en vuelo a Santiago… pero su corazón decidió cambiar el rumbo de su viaje y se fue a donde siempre quiso ir… a reunirse con su regalona… su querida hija Pamela
Querida mamá como te lo dije antes de tu partida, tu cumpliste con creses tu labor de madre, servicial preocupada y por sobre todo bondadosa, somos tus hijos las portadores de semillas y sabremos, desde donde estemos cosechas tus enseñanzas.
El mejor regalo que pudimos recibir fue el haber sido hijos tuyos
“De niños creemos que mamá todo lo puede, que no siente cansancio, que no sufre... esa imagen que guardamos de ella con el tiempo no coincide con la que vemos cuando pasan los años... Entonces descubrimos que mamá también sufre, se cansa, está triste, no tiene fuerza, calla ocultando el dolor...
La vemos como un héroe sobrevivir a grandes tragedias, llevarnos de la mano conteniéndonos y mostrándonos la vida siempre del lado más bello...
De niños no entendemos sus lágrimas... de adultos nos preocupan... o no las comprendemos...
Así como nosotros necesitamos tantas veces de la protección de esos brazos fuertes, de la comprensión de nuestros gestos o de nuestros silencios, de nuestro dolor... ella también nos necesita...
Por eso debemos detenernos y observarla... abrazarla y hacer que sienta que estamos allí... que nos importa, que es valiosa... y de esta forma regresaremos a ella el más hermoso sentimiento que nos enseñó, el sentimiento que lleva paz y tranquilidad en los momentos difíciles de la vida, el que nos contiene, el que minimiza el dolor, el que nos hace luchar por nuestros sueños e ideales... pero por sobre todo nos enseña a dar sin pedir nada a cambio: El Amor”.
Claudio Plaza Carvajal
Arica, 09 de septiembre de 2007
Querida mamá como te lo dije antes de tu partida, tu cumpliste con creses tu labor de madre, servicial preocupada y por sobre todo bondadosa, somos tus hijos las portadores de semillas y sabremos, desde donde estemos cosechas tus enseñanzas.
El mejor regalo que pudimos recibir fue el haber sido hijos tuyos
“De niños creemos que mamá todo lo puede, que no siente cansancio, que no sufre... esa imagen que guardamos de ella con el tiempo no coincide con la que vemos cuando pasan los años... Entonces descubrimos que mamá también sufre, se cansa, está triste, no tiene fuerza, calla ocultando el dolor...
La vemos como un héroe sobrevivir a grandes tragedias, llevarnos de la mano conteniéndonos y mostrándonos la vida siempre del lado más bello...
De niños no entendemos sus lágrimas... de adultos nos preocupan... o no las comprendemos...
Así como nosotros necesitamos tantas veces de la protección de esos brazos fuertes, de la comprensión de nuestros gestos o de nuestros silencios, de nuestro dolor... ella también nos necesita...
Por eso debemos detenernos y observarla... abrazarla y hacer que sienta que estamos allí... que nos importa, que es valiosa... y de esta forma regresaremos a ella el más hermoso sentimiento que nos enseñó, el sentimiento que lleva paz y tranquilidad en los momentos difíciles de la vida, el que nos contiene, el que minimiza el dolor, el que nos hace luchar por nuestros sueños e ideales... pero por sobre todo nos enseña a dar sin pedir nada a cambio: El Amor”.
Claudio Plaza Carvajal
Arica, 09 de septiembre de 2007
